2007/03/27

Solitario

Viví en una gran ciudad saturada de gente
y cuando pasaba al lado ni se enteraban,
saludaba y ni un leve gesto apreciaba,
chillaba y nunca encontraba respuesta,
jugaba y me cansaba de ganarme.

Un día, agotado de vagar solo por el mundo, ignorado y rodeado de gente,
tomé una fatal determinación: morir en la calle.
Sólo fue en ese momento cuando percibí que la gente caminaba, jugaba, paseaba, reía , chillaba...
pero ya no estaba.

5 comentarios:

Esther dijo...

Como Amaral...

Anónimo dijo...

La libertad de poner fin condiciona a más personas. Ciegas o no, también limitas su libertad al estar presente o ausente. Saludos.

Ganímida dijo...

Y es que así se a puesto la cosa, cada uno en lo suyo, y lo demás está de más..

Síndrome Coleccionista dijo...

Tengo la costumbre de cuando veo una pelí, o leo un buen libro, me apuntó las frases que me hayan gustado.
Una vez escuché esto en una peli:
"Puedes estar rodeado de gente en una habitación y sin embargo estar solo"

Me he acordado de ella al leer tu texto...

Gacela dijo...

A veces en las ciudades parece que nadie conoce a nadie, que nos miramos sin vernos, que las personas no somos más que obstáculos en el camino de otros... qué triste.

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